Monday, August 19, 2013

El desastre del ferrocarrir a Santiago de Compostela


Ya pasados unos días desde el desastre ferroviario de julio de 2013 en España, se puede comentar este lamentable suceso con un poco más de serenidad.

Primero indicar que hemos de ser cuidadosos aún con asegurar qué causas han podido provocar dicho descarrilamiento. Seguramente será la combinación de varios factores negativos a la vez.

Por otro lado mostrar el profundo respeto desde los creadores de este modesto blog hacia las alrededor de 80 víctimas mortales de este suceso y el resto de heridos graves que sufrirán lesiones de por vida:

http://www.elmundo.es/elmundo/2013/07/25/espana/1374760495.html


Cuando se realicen las investigaciones pertinentes, y si no son investigaciones como las del Metro de Valencia, se podrá asegurar qué combinación de causas exactas ocasionaron el descarrilamiento.
Por ahora vaya por delante toda la prudencia que sea necesaria al respecto.

Si bien es verdad que hacer descarrilar un Talgo es algo muy difícil, se puede observar en el vídeo tomado por una cámara de la vía que es uno de los coches el que vuelca, tirando de los adyacentes.
Sin duda la velocidad era, reconocido por el propio conductor, mayor de lo establecido, pero también es verdad que si un maquinista con esa experiencia circula a esa velocidad por ese tramo es porque anteriormente lo ha hecho sin problemas.

La personalidad del maquinista juega muy a favor de los posibles responsables, ya que su falta de asertividad lo empujó desde el principio a echarse toda la culpa a sí mismo, cuando seguramente no será del todo así.

La pregunta que consideramos más importante es:

¿Quién decidió que por un tramo en el que podían circular trenes a esa velocidad, no funcionase un sistema compatible con el material rodante para detener el vehículo de modo automático sin intervención del maquinista, en caso de que éste accinonase por error en el pupitre los mandos correspondientes para saltarse la señalización?

No es serio ni mucho menos que tantas vidas, y por qué no decirlo, tantos millones de euros que cuesta un tren como ese, queden a disposición de un pequeño error a la hora de apretar o soltar un pulsador o accionar una palanca.
Esto último sin contar la terrible imagen que se ha dado al mundo entero de la, hasta ahora, impecable industria del ferrocarril español de alta velocidad.
Y es que aunque el tren no era de alta velocidad, el hecho de hacerlo circular por la misma infraestructura que los alta velocidad, ha hecho que en el mundo entero se hable de un accidente de la alta velocidad española, aunque no haya sido tal.

Esto afectará al futuro de nuestro prestigio como profesionales, y hará mirar con recelo nuestra tecnología (que bien es verdad que hay que decir que en el caso de la señalización es hoy día cada vez menos nuestra) a posibles futuros clientes extranjeros.

Sucesos como este nos hacen entristecernos profundamente por las vidas perdidas y destrozadas, pero también nos hacen morirnos de la vergüenza por haber dejado tan claro que nuestra suprema soberbia como ingenieros de caminos, canales y puertos, no es más que eso: soberbia.

Esperemos que no sea necesario de nuevo algo tan horrible y tan trágico para devolvernos a la simple realidad: somos humanos, tan humanos como el maquinista, pero parece que no nos damos cuenta en el día a día.

Ahora, con toda nuestra "maravillosa" y soberbia tecnología, sólo podemos rezar por sus almas.
Descansen en paz.

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